El que pasó ha sido un año intenso, distinto, claramente movilizante y definitivamente inolvidable para tod@s l@s argentin@s.
Resurgieron el debate, el interés, la acción y el compromiso. Y por primera vez, muchos de nosotros nos atrevimos a poner en tela de juicio lo que durante décadas, dábamos por sentado. Se puso linda la cosa.
El fervor y el entusiasmo de ver perfilarse un futuro no tan distante, mucho más real y concreto hizo que nos uniéramos voluntaria, espontáneamente para empujar al tiempo.
Pero, como siempre sucede, hay quienes creen que son los dueños del timón, y hay otros que ambicionan el rédito. En definitiva, hay muchos que pierden de vista el objetivo primario y que sólo se quedan con frases hechas, con la certeza de "cómo se deben hacer las cosas". Más de lo mismo.
Son los mismos, los primeros en levantar el dedo acusador frente a todo aquel que no respete a rajatabla la misma declaración de principios que ellos profanan, sin darse cuenta de que las palabras tienen un peso y una significancia amplia y profunda.
Pero no importa, es parte del aprendizaje. Somos un pueblo soberbio y mañoso. Nos cuesta dar la derecha, escuchar, ceder, incluír las diferencias.
De todas maneras estamos en el camino, y yo, celebro eso.
Resurgieron el debate, el interés, la acción y el compromiso. Y por primera vez, muchos de nosotros nos atrevimos a poner en tela de juicio lo que durante décadas, dábamos por sentado. Se puso linda la cosa.
El fervor y el entusiasmo de ver perfilarse un futuro no tan distante, mucho más real y concreto hizo que nos uniéramos voluntaria, espontáneamente para empujar al tiempo.
Pero, como siempre sucede, hay quienes creen que son los dueños del timón, y hay otros que ambicionan el rédito. En definitiva, hay muchos que pierden de vista el objetivo primario y que sólo se quedan con frases hechas, con la certeza de "cómo se deben hacer las cosas". Más de lo mismo.
Son los mismos, los primeros en levantar el dedo acusador frente a todo aquel que no respete a rajatabla la misma declaración de principios que ellos profanan, sin darse cuenta de que las palabras tienen un peso y una significancia amplia y profunda.
Pero no importa, es parte del aprendizaje. Somos un pueblo soberbio y mañoso. Nos cuesta dar la derecha, escuchar, ceder, incluír las diferencias.
De todas maneras estamos en el camino, y yo, celebro eso.